sábado, 3 de febrero de 2024

ARQUITECTURA GÓTICA: CARACTERÍSTICAS. APUNTES





En torno al término “Gótico” 

      El término gótico fue acuñado para referirse a una arquitectura, y es en el campo de la arquitectura donde se reconocen más fácilmente las características del estilo. Tanto la escultura como la pintura presentan unos límites más imprecisos. 

En su época fue conocido como “Opus francigenum” (obra francesa, estilo francés….); recibió en el Renacimiento la denominación de Estilo Moderno, en oposición al antiguo o clásico. G. Vasari lo llamó estilo Gótico por considerar que era una creación bárbara, germánica (goda), con principios anticlásicos. Estilo pintoresco se le llamó en el s. XVIII por su carácter exótico, y Ultramarino, por creerse originario del Mediterráneo oriental. Más tarde prosperó el de Estilo Ojival, en atención al arco apuntado u ojival, característico de su arquitectura; en la actualidad queda definitivamente definido como gótico, pero desprovisto de connotaciones negativas y para referirnos a las expresiones artísticas propias de la Baja Edad Media (s. XIII-XV aproximadamente). Esta terminología es la expresión evidente de que nuestra percepción del arte de otras épocas va cambiando también, no permanece inmutable ni inmune a los problemas y consideraciones estéticas de cada momento.

La arquitectura gótica apareció en el siglo XII en la llamada Isla de Francia. Desde allí, se difundió por Francia y Europa occidental a lo largo de los s. XII y XIII.


En Francia surgió y se inició el gótico arcaico (2º mitad del s. XII).
Las primeras catedrales, del s. XII (Saint-Denis, Laon o París) son todavía macizas, con gruesos muros y vanos aún pequeños. Las naves están separadas por gruesos pilares y sobre las laterales se mantiene la tribuna que recoge parte del peso de la nave central.


En el interior domina las líneas horizontales. En la nave central suele haber bóvedas sexpartitas, con tres nervios que, al cruzarse, dividen la bóveda en seis partes. 

En el s. XIII, se formó el gótico clásico, el edificio se hizo más ligero y se generalizaron las bóvedas de crucería simple. Los nervios de la bóveda se prolongan formando finos baquetones que se adosan a los pilares, así establecen una continuidad entre las bóvedas y el suelo y subrayan la verticalidad del edificio. Las tracerías se hicieron más ligeras y los vanos más amplios. Las fachadas, más planas, adquirieron un equilibrio entre los elementos que señalan la verticalidad y las líneas horizontales y el rosetón.



Destacamos las catedrales de Chartres, Reims, Amiens y Beauvais.

A mediados de siglo apareció el estilo radiante, en el que la estructura es muy liviana y los muros quedan casi ocupados por las vidrieras, como la Sainte Chapelle (Santa Capilla) de París, un pequeño oratorio con una cripta y una luminosa nave alta que evoca la forma de un relicario. 

En el s. XV se impuso en Francia el estilo flamígero.
En esta época apenas se emprendieron obras de envergadura y solo se construyeron algunas fachadas que estaban inacabadas, como las de las catedrales de Sens y Beauvais. El gótico flamígero evolucionó hacia formas más adornadas y los elementos constructivos se fueron complicando hasta convertirse en motivos decorativos. Aparecieron bóvedas estrelladas, el arco conopial, rebajado y complejas tracerías en las ventanas.

CARACTERÍSTICAS GENERALES
La arquitectura gótica se diferencia claramente de la de los siglos anteriores. 
Mientras que el sistema constructivo románico se caracteriza por el peso (macizo), que aporta estabilidad al edificio, el gótico se rige por el equilibrio (vano), gracias a la introducción, ya en el s. XII, de nuevos elementos constructivos.

El arco ojival o apuntado, permite que se vértice refuerce la clave. Como puede ser más o menos cerrado, se adapta a distintas alturas y anchuras. Acentúo la verticalidad del edificio y se consiguió abrir vanos (ventanales) más amplios y en consecuencia obtener una mayor luminosidad.

La bóveda de crucería es la auténtica armadura de la cubierta. Está formada por nervios entre los que se extiende la plementería, material ligero de relleno. Arco apuntado y bóveda de crucería constituyeron, así, el punto de partida del gótico. La bóveda fue evolucionando y llegó a formar verdaderas redes de nervios que se denominan de diferente forma según la figura que adopten: bóveda cuatripartita, sexpartita, estrellada, geométrica, en abanico, de tercelete...

El peso de la bóveda cae sobre los pilares (pilar baquetonado) que hay en la base de los nervios, que pueden ser relativamente delgados. La separación entre los pilares incrementa el equilibrio y hace más estable la estructura.

El muro queda en gran medida liberado de la carga de la bóveda y permite abrir grandes vanos. Aunque este sistema de cubierta permitía abrir grandes vanos, no libraba al muro de los gruesos contrafuertes exteriores, que con su presencia impedían obtener toda la claridad deseada. Por eso, el sistema de contrarresto fue remodelado y los contrafuertes se separaron del muro mediante los arbotantes (grandes arcos que desplazan el peso de la estructura a contrafuertes exentos del muro), que trasladan el peso de los nervios hacia el exterior. De este modo, se consiguió un sistema de cubierta abovedado y, al mismo tiempo, se liberó al muro de su función de soporte y se pudo sustituir por grandes cristaleras para la entrada de luz.

Pero las innovaciones del gótico no son solo técnicas, sino que están unidas a un nuevo concepto de belleza. En el gótico, como en el arte románico, la iglesia pretendía ser un símbolo de la Jerusalén Celeste, pero no tanto por las imágenes que contenía como por el aspecto amplio, luminoso y ordenado que presentaba el conjunto de la construcción. Como ya hemos visto a lo largo del tema, Dios es luz, y la claridad y la armonía son atributos que permitían al hombre acercarse a él. Surgió así una nueva sensibilidad que descubrió la armonía de los espacios amplios y luminosos. Las innovaciones técnicas hicieron posible que los espacios de las iglesias se hicieran cada vez más diáfanos, iluminados por amplias ventanas entre arcos o circulares, denominadas rosetones, y cubiertas con vidrieras, que transfiguraban la luz, símbolo de Dios. De esta manera se intenta suscitar un sentimiento de elevación.

Para acentuar esta elevación mística, se impulsó el verticalismo, apareciendo elementos como el gablete, los pináculos y las agujas que subrayaban la verticalidad del edificio en el exterior, mientras que el interior, delgados pilares y elevadas bóvedas creaban el mismo efecto. El afán de claridad impuso un modelo de fachada tripartito, tanto en vertical como horizontal, que convertía a la iglesia en un símbolo de la Santísima Trinidad y en una imagen de Cristo.

Respecto al alzado, si en el románico las grandes catedrales presentaban una tribuna sobre las naves laterales, en este momento, para eliminar peso, la tribuna desapareció y fue sustituida por el triforio, pequeña galería ciega que recorre el edificio por encima de los arcos de separación de las naves. La supresión de la tribuna permitió a la nave central crecer en altura hasta límites insospechados hasta el momento. El muro quedó, así, dividido en tres partes muy diferenciadas: arcos de separación, triforio y claristorio (tripartito).

También las plantas se adaptaron a los tiempos. Se partió de las plantas de peregrinación románicas, ya que eran las que permitían albergar a un mayor número de creyentes en su interior, pero en el nuevo estilo el brazo de transepto tiende a desaparecer, sin destacar ni en planta ni en altura para no romper la unidad espacial. Por esa misma razón, también se aumentó el espacio destinado al deambulatorio, que llegó a duplicarse en algunas grandes catedrales, formándose así un espacio único y sin interrupciones desde los pies hasta la cabecera del edificio. Se creó, pues, una planta más acorde con las nuevas necesidades urbanas, capaz de albergar a un mayor número de fieles.

El exterior de estas catedrales permite apreciar la disposición interna del edificio, cubierta por una fina tela de araña compuesta por la sucesión de arbotantes y contrafuertes que progresivamente se hacen más complejos y aparecen más decorados. El ideal del gótico de ganar en altura y luminosidad se tradujo en el exterior en el uso exhaustivo de elementos arquitectónicos puntiagudos, cuya misión era aumentar, ópticamente, la sensación de altura. Por ese motivo, los arcos apuntados comenzaron a rematarse con formas triangulares superpuestas, denominadas gabletes; las torres se coronaban con grandes agujas que semejaban conos gigantes y los contrafuertes culminaban en pináculos cada vez más ornamentales.Donde mejor se aprecia este avance hacia lo ornamental es en las fachadas de las catedrales. En los primeros tiempos, se mantuvo el mismo esquema de las iglesias románicas de peregrinación, si bien aplicando los nuevos principios constructivos: un cuerpo central flanqueado por dos torres-campanario (aunque incrementando el número de portadas según el número de naves); torres coronadas con agujas; cuerpo central con un gran rosetón con función lumínica, y una galería con estatuas de los reyes que recordaba a los fieles quién apoyaba a las ciudades frente al poder de los nobles feudales. Poco a poco, la fachada comenzó a cambiar: los gabletes elevaron las dimensiones de los arcos de las portadas, los pináculos se multiplicaron, las agujas de las torres presentaron una labor de encaje cada vez más notoria y un nuevo ornamento embelleció las fachadas: la galería calada.


Fuente: J.M.Navarro

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