domingo, 11 de febrero de 2024

ARQUITECTURA CIVIL GÓTICA

Arquitectura civil : Lonja de la seda de Valencia, Pere Comte, 1482-98







La pujanza económica que alcanza a buena parte de Europa como consecuencia de los réditos obtenidos por la revitalización de la agricultura y el comercio del S. XIII, también permiten una renovación importante de la arquitectura civil, detrás de la que se encuentra una clase adinerada de burgueses y nobles, que en el plano del mecenazgo van a rivalizar con la iglesia en la promoción de nuevos edificios.
Cambian en primer lugar las residencias palaciegas, especialmente a partir de la batalla de Crecy en 1346, cuando la aparición de la artillería pone en entredicho las tipologías de los castillos tradicionales y obliga a la construcción de residencias aisladas y sin función militar. Además, en las ciudades más desarrolladas del norte de Europa, especialmente en Francia y los Países Bajos, las clases adineradas dan muestra de su poderío con una serie de construcciones civiles características, como los hospitales y sobre todo los ayuntamientos, edificios que adquieren una enorme relevancia en este momento pues al fin y al cabo se convierten en el centro del poder burgués y por ello en un símbolo de su ascendente social. Destacan entre otros muchos, el de Brujas, por ser el primero de 1376, el de Rouen, Lovaina o el de Bruselas, algo posterior pues se inicia en 1402 y se concluye en 1449. En todos ellos destaca especialmente la apariencia externa muy cuidada y profusamente decorada con elementos propios del repertorio goticista: arcadas ojivales, pináculos, doseletes, tracerías y torres de considerable tamaño rematadas en chapitel, que otorgan al conjunto un aspecto recargado y casi de filigrana
El proceso es común a muchos puntos del continente, y también a la península Ibérica, y en especial al amplio marco de los reinos de la Corona de Aragón. Es precisamente, el auge económico experimentado por las clases enriquecidas que se han beneficiado de la expansión mediterránea, lo que permite en este territorio la aparición de una arquitectura civil que origina nuevos edificios como las lonjas o las atarazanas de Barcelona, Mallorca y Valencia, y que introduce el estilo gótico en las construcciones civiles tradicionales, como ocurre con lospalacios urbanos.
En el caso concreto de Valencia nos encontramos una ciudad que alcanza un momento de esplendor económico coincidiendo principalmente con el S. XV, que es lo que explica que sea en esas fechas cuando se levantan sus edificios más emblemáticos de estilo gótico. Así, las Torres de Quart, de Pere Bonfill, son del S. XV; de la misma época que el Palacio de Baylia; que el actualPalau de la Generalitat; el Portal de la Valldigna; el Palacio de Benicarló, o la Lonja de la Seda que hoy ocupa nuestro comentario.
La Lonja de la Seda constituye, en efecto, uno de los edificios más señeros y hermosos de la ciudad de Valencia, en el que coinciden dos partes bien diferenciadas: La sala de Contratación, que podemos considerar propiamente como Lonja, y que se localiza en el ala derecha del edificio, y el gran salón del Consulado del Mar, correspondiente al cuerpo de la izquierda de la construcción, que fue añadido ya en el S. XVI
La primera piedra de la Lonja se coloca en 1482, siendo su maestro de obras Pedro Comte, que ya había trabajado en elPalau de la Generalitat de la misma ciudad. Más tarde se cita también a Joan Ivarra, así como canteros vascos y santanderinos. El edificio inspirado en la Lonja de Palma levantada por Guillem Sagrera, parece que se terminó con prontitud pues estaba concluido quince años más tarde.
En cuanto al Consulado del Mar se adosa al edificio anterior a partir de 1498, si bien la obra se prolongará largamente, hasta 1548, por lo que no es de extrañar que se introduzcan en su decoración elementos ya de ascendencia renacentista.
La planta de la Sala de Contratación es de forma rectangular, dividida en tres naves sostenidas por veinticuatro columnashelicoidales funiculares, igual que ocurre en la Lonja de Palma, que le otorgan al edificio una sensación espaciosa y de un efectismo muy original y vistoso.
La sensación espacial se acentúa además en su ingravidez y elegancia gracias a las bóvedas de crucería que cierran el salón, muy voladas y atrevidas.
Al exterior, la fachada es igualmente notable en su efectismo ornamental. Una torre cuadrada, severa en su disposición aunque animada con la apertura de algunos ventanales, divide todo el frontis en dos partes. La parte de la izquierda corresponde al Consulado del Mar y es obra postrera del S. XVI, con recursos ornamentales de clara influencia renacentista. La de la derecha, correspondiente a la Lonja propiamente dicha, presenta grandes ventanales góticos con bellas tracerías y una profusión de pequeñas y grotescas figuras de hombres y animales. A mediana altura, sendos grupos de dos ángeles cada uno sostienen a derecha e izquierda los escudos de la Corona de Aragón.



Arquitectura civil : Palacios municipales


Ayuntamiento de Bruselas


Ayuntamiento de Brujas
Ayuntamiento de Lovaina

Palacio "del Comune", Siena
Palazzo Vecchio, Florencia


Palacio Ducal, Venecia 


Durante los años centrales del siglo XI un fenómeno novedoso comienza a sacudir las estructuras del occidente medieval europeo. Se trata del renacimiento de la vida urbana, auspiciado de una parte por el incremento de las actividades artesanales y, de otra, por la intensificación de las transacciones comerciales. De este modo, los burgos medievales constituyeron una clara alternativa, bien diferenciada, al predominio de los feudos y las actividades rurales que presidían el paisaje europeo hasta aquel momento.

En estas ciudades, un nuevo grupo social, la burguesía, protagoniza e impulsa las novedades. Desde luego, y por el momento, los burgueses no vienen a destruir el orden social que ha imperado hasta entonces. No ponen en tela de juicio los privilegios de los viejos estamentos, la nobleza y el clero. Pero sí reclaman la necesidad de disponer de las libertades necesarias para llevar a cabo sin cortapisas sus actividades económicas. Una frase alemana acabaría definiendo esta aspiración burguesa: "el aire de la ciudad hace libre".


En este sentido, el primer objetivo de la burguesía es la consecución de la autonomía municipal, del estatuto que permita a cada ciudad regirse por sus propias leyes, hechas a la medida de sus necesidades, y no por las de las instituciones señoriales que las rodean. Prácticammente, a mediados del siglo XII este objetivo de la autonomía urbana estaba alcanzado en numerosas ciudades de Europa. Con distintas denominaciones según las zonas, se habían creado instituciones en las que residía el poder municipal y cargos con cometidos diversos, regulados unas y otros por leyes y reglamentos propios. En cada ciudad existe ahora, bien consolidado, un poder municipal. Cada comuna, pues, dispone de su propio consejo.
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Estos hechos históricos tienen su trasunto en la Historia del Arte. Desde las frías orillas del Mar del Norte hasta las templadas riberas del Mediterráneo van a ir surgiendo en las principales ciudades europeas, como magna muestra de arquitectura civil, unos edificios peculiares: los palacios municipales. Si la Iglesia se ve representada en la catedral y la vieja nobleza en el castillo, la domus municipalis será el epítome de las intenciones burguesas. Se trata en consecuencia de los primeros edificios de ayuntamientos, los cuales dada su época de aparición, se construirán preferentemente en estilo gótico. No existe para ello un único modelo, aunque sí pueden observarse diversas características comunes, al responder a necesidades semejantes.
Por lo general, su fachada principal da a una amplia plaza, generando así un nuevo centro urbano. Suelen disponer de una alta torre, que visibiliza el monumento en el conjunto de la ciudad, así como de amplios salones que facilitan las reuniones y asambleas municipales. Otras dependencias, a veces muy numerosas, completan el conjunto. Pero no nos interesa ahora tanto resaltar las características arquitectónicas de estos palacios municipales como incidir en el valor simbólico que poseen, como muestra esencial del modo en que la burguesía se iba abriendo camino en la sociedad medieval. Aún hoy llama la atención la palabra que una y otra vez podemos leer en algunos de los escudos que decortan la fachada del Palacio Vecchio de Florencia:libertas.

GÁRGOLAS GÓTICAS: LONJA DE LA SEDA. VALENCIA





                                            LOS DESAGÜES  ENDIABLADOS

Los ornamentos con figuras talladas en la Lonja de la Seda de Valencia nos muestran mensajes de interesante contenido.
La restauración realizada últimamente ha dejado más a la vista, todos los detalles ocultos antes por las consecuencias que conlleva el tiempo.
“Lonja de los Mercaderes”, como también se le denomina, magnífico monumento secular declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1931 y Monumento Patrimonio de la Humanidad el 7 de Diciembre de 1996, contiene 28 artísticas gárgolas y diversos ornamentos en ventanas, esquinas, fachadas, que decoran y enriquecen esta espléndida y emblemática obra del siglo XV.
Estas gárgolas góticas, aquí son desagües para expulsar el agua acumulada en sus tejados por la lluvia. Son obra del taller de los «pedrapiquers», dirigidos por el maestro Pere Compte, especialmente las situadas en la parte alta del edificio, las demás, emplazadas en el Consolat, son  unos cincuenta años posteriores.
Representan el comunicado iconográfico de este inmueble, y hacen referencia a ese mundo del medioevo, inspirado en supersticiones, cuentos tortuosos repletos de crudeza y pecaminosas costumbres. ¿Acaso son una sátira a la religión, a la superchería y a la lujuria, semejante a esa expresión burlesca que se muestra en las fallas, pero estas realizadas en el medioevo, de piedra y para siempre?
Hay quien opina que se trataba de mostrar el pecado, dejándolo expulsado fuera de las construcciones especialmente religiosas, mostrándolos de esta forma al pueblo que no sabe leer, de igual forma que el románico contó la religión con sus expresivos frescos.
En las gárgolas aparecen distintas temáticas: monstruos, animales, humanoides, que en algunos casos nos parecen envueltos de lujuria, creando conjuntos terroríficos.
¡Cuánto debieron disfrutar tallando estos geniales y pícaros canteros!
Vale la pena admirarlas con detalle.

SITUACIÓN DE LAS 28 GÁRGOLAS






Nº1 Ser angelical introduce su pene en una vasija.




Nº2 Un hombre cubierto de pelo atrapa con su mano izquierda un reptil.




Nº3 Un animal con collar intenta devorar a un ser humano.



Nº4 Un hombre coronado y armado abre las fauces de un león




Nº 5: El ano del niño es el desagüe del canalón.




Nº5 Un ser humano lleva en su cabeza un niño y lo comprime para que defeque.



Nº6 Un rey con maza y escudo



Nº7 Un fraile sujeta una especie de cabra entre sus piernas.



Nº8 Un águila coronada bloqueada por un pergamino.



Nº9 Un feroz animal lleva a dos humanos en sus muslos.




Nº10 Hombre cubierto de pelo lleva un jarrón en sus manos.



Nº11 Un monstruo alado



Nº12 Una mujer se toca los genitales.



Nº13 Un extraño animal con orejas , perilla, rabo y alas.



Nº14 Una mujer tiene en su regazo un mono.



Nº15 Un humanoide abraza a un reptil




Nº16 Un mono encadenado toca un bombo.



Nº18 Un soldado tiene en su mano izquierda un caracol.




Nº17 Un carnero alado con cuerpo de reptil con dos ubres verticales.




Nº19 Un monje lleva un niño al hombro.




Nº20 Un león tiene entre sus garras una presa.



Nº21 Un hombre reza entre las fauces de un gran pez.



Nº22 Un monstruo con aspecto de murciélago tiene apresado a un hombre peludo desmayado.


Nº23 Un ángel canta y toca un instrumento musical de cuerda.



Nº24 Un monstruo con escamas, alas y cara humana (deteriorada).



Nº25 Un monstruo lleva un lagarto en las manos. En los muslos aparecen dos faces y una cabeza entre las piernas con semblante aterrado.



Nº26 Un águila tiene entre sus garras un murciélago.


Nº27 Un hombre es mordido por un extraño animal.



En esta gárgola Nº28 podemos apreciar el canal para expulsar el agua acumulada en sus tejados por la lluvia.





sábado, 3 de febrero de 2024

VÍDEO ARQUITECTURA GÓTICA: CATEDRALES Y EDIFICIOS CIVILES

 

ELEMENTOS DE LA ARQUITECTURA GÓTICA

                                                   
                                                                Arco apuntado u ojival


Tipos de arcos


Bóveda de crucería



Bóveda de crucería



Bóveda de crucería sexpartita



Bóveda sexpartita


Bóvedas de terceletes
o estrelladas




Arbotantes



Contrafuertes



Sistema constructivo



Planta

ARQUITECTURA GÓTICA: CARACTERÍSTICAS. APUNTES





En torno al término “Gótico” 

      El término gótico fue acuñado para referirse a una arquitectura, y es en el campo de la arquitectura donde se reconocen más fácilmente las características del estilo. Tanto la escultura como la pintura presentan unos límites más imprecisos. 

En su época fue conocido como “Opus francigenum” (obra francesa, estilo francés….); recibió en el Renacimiento la denominación de Estilo Moderno, en oposición al antiguo o clásico. G. Vasari lo llamó estilo Gótico por considerar que era una creación bárbara, germánica (goda), con principios anticlásicos. Estilo pintoresco se le llamó en el s. XVIII por su carácter exótico, y Ultramarino, por creerse originario del Mediterráneo oriental. Más tarde prosperó el de Estilo Ojival, en atención al arco apuntado u ojival, característico de su arquitectura; en la actualidad queda definitivamente definido como gótico, pero desprovisto de connotaciones negativas y para referirnos a las expresiones artísticas propias de la Baja Edad Media (s. XIII-XV aproximadamente). Esta terminología es la expresión evidente de que nuestra percepción del arte de otras épocas va cambiando también, no permanece inmutable ni inmune a los problemas y consideraciones estéticas de cada momento.

La arquitectura gótica apareció en el siglo XII en la llamada Isla de Francia. Desde allí, se difundió por Francia y Europa occidental a lo largo de los s. XII y XIII.


En Francia surgió y se inició el gótico arcaico (2º mitad del s. XII).
Las primeras catedrales, del s. XII (Saint-Denis, Laon o París) son todavía macizas, con gruesos muros y vanos aún pequeños. Las naves están separadas por gruesos pilares y sobre las laterales se mantiene la tribuna que recoge parte del peso de la nave central.


En el interior domina las líneas horizontales. En la nave central suele haber bóvedas sexpartitas, con tres nervios que, al cruzarse, dividen la bóveda en seis partes. 

En el s. XIII, se formó el gótico clásico, el edificio se hizo más ligero y se generalizaron las bóvedas de crucería simple. Los nervios de la bóveda se prolongan formando finos baquetones que se adosan a los pilares, así establecen una continuidad entre las bóvedas y el suelo y subrayan la verticalidad del edificio. Las tracerías se hicieron más ligeras y los vanos más amplios. Las fachadas, más planas, adquirieron un equilibrio entre los elementos que señalan la verticalidad y las líneas horizontales y el rosetón.



Destacamos las catedrales de Chartres, Reims, Amiens y Beauvais.

A mediados de siglo apareció el estilo radiante, en el que la estructura es muy liviana y los muros quedan casi ocupados por las vidrieras, como la Sainte Chapelle (Santa Capilla) de París, un pequeño oratorio con una cripta y una luminosa nave alta que evoca la forma de un relicario. 

En el s. XV se impuso en Francia el estilo flamígero.
En esta época apenas se emprendieron obras de envergadura y solo se construyeron algunas fachadas que estaban inacabadas, como las de las catedrales de Sens y Beauvais. El gótico flamígero evolucionó hacia formas más adornadas y los elementos constructivos se fueron complicando hasta convertirse en motivos decorativos. Aparecieron bóvedas estrelladas, el arco conopial, rebajado y complejas tracerías en las ventanas.

CARACTERÍSTICAS GENERALES
La arquitectura gótica se diferencia claramente de la de los siglos anteriores. 
Mientras que el sistema constructivo románico se caracteriza por el peso (macizo), que aporta estabilidad al edificio, el gótico se rige por el equilibrio (vano), gracias a la introducción, ya en el s. XII, de nuevos elementos constructivos.

El arco ojival o apuntado, permite que se vértice refuerce la clave. Como puede ser más o menos cerrado, se adapta a distintas alturas y anchuras. Acentúo la verticalidad del edificio y se consiguió abrir vanos (ventanales) más amplios y en consecuencia obtener una mayor luminosidad.

La bóveda de crucería es la auténtica armadura de la cubierta. Está formada por nervios entre los que se extiende la plementería, material ligero de relleno. Arco apuntado y bóveda de crucería constituyeron, así, el punto de partida del gótico. La bóveda fue evolucionando y llegó a formar verdaderas redes de nervios que se denominan de diferente forma según la figura que adopten: bóveda cuatripartita, sexpartita, estrellada, geométrica, en abanico, de tercelete...

El peso de la bóveda cae sobre los pilares (pilar baquetonado) que hay en la base de los nervios, que pueden ser relativamente delgados. La separación entre los pilares incrementa el equilibrio y hace más estable la estructura.

El muro queda en gran medida liberado de la carga de la bóveda y permite abrir grandes vanos. Aunque este sistema de cubierta permitía abrir grandes vanos, no libraba al muro de los gruesos contrafuertes exteriores, que con su presencia impedían obtener toda la claridad deseada. Por eso, el sistema de contrarresto fue remodelado y los contrafuertes se separaron del muro mediante los arbotantes (grandes arcos que desplazan el peso de la estructura a contrafuertes exentos del muro), que trasladan el peso de los nervios hacia el exterior. De este modo, se consiguió un sistema de cubierta abovedado y, al mismo tiempo, se liberó al muro de su función de soporte y se pudo sustituir por grandes cristaleras para la entrada de luz.

Pero las innovaciones del gótico no son solo técnicas, sino que están unidas a un nuevo concepto de belleza. En el gótico, como en el arte románico, la iglesia pretendía ser un símbolo de la Jerusalén Celeste, pero no tanto por las imágenes que contenía como por el aspecto amplio, luminoso y ordenado que presentaba el conjunto de la construcción. Como ya hemos visto a lo largo del tema, Dios es luz, y la claridad y la armonía son atributos que permitían al hombre acercarse a él. Surgió así una nueva sensibilidad que descubrió la armonía de los espacios amplios y luminosos. Las innovaciones técnicas hicieron posible que los espacios de las iglesias se hicieran cada vez más diáfanos, iluminados por amplias ventanas entre arcos o circulares, denominadas rosetones, y cubiertas con vidrieras, que transfiguraban la luz, símbolo de Dios. De esta manera se intenta suscitar un sentimiento de elevación.

Para acentuar esta elevación mística, se impulsó el verticalismo, apareciendo elementos como el gablete, los pináculos y las agujas que subrayaban la verticalidad del edificio en el exterior, mientras que el interior, delgados pilares y elevadas bóvedas creaban el mismo efecto. El afán de claridad impuso un modelo de fachada tripartito, tanto en vertical como horizontal, que convertía a la iglesia en un símbolo de la Santísima Trinidad y en una imagen de Cristo.

Respecto al alzado, si en el románico las grandes catedrales presentaban una tribuna sobre las naves laterales, en este momento, para eliminar peso, la tribuna desapareció y fue sustituida por el triforio, pequeña galería ciega que recorre el edificio por encima de los arcos de separación de las naves. La supresión de la tribuna permitió a la nave central crecer en altura hasta límites insospechados hasta el momento. El muro quedó, así, dividido en tres partes muy diferenciadas: arcos de separación, triforio y claristorio (tripartito).

También las plantas se adaptaron a los tiempos. Se partió de las plantas de peregrinación románicas, ya que eran las que permitían albergar a un mayor número de creyentes en su interior, pero en el nuevo estilo el brazo de transepto tiende a desaparecer, sin destacar ni en planta ni en altura para no romper la unidad espacial. Por esa misma razón, también se aumentó el espacio destinado al deambulatorio, que llegó a duplicarse en algunas grandes catedrales, formándose así un espacio único y sin interrupciones desde los pies hasta la cabecera del edificio. Se creó, pues, una planta más acorde con las nuevas necesidades urbanas, capaz de albergar a un mayor número de fieles.

El exterior de estas catedrales permite apreciar la disposición interna del edificio, cubierta por una fina tela de araña compuesta por la sucesión de arbotantes y contrafuertes que progresivamente se hacen más complejos y aparecen más decorados. El ideal del gótico de ganar en altura y luminosidad se tradujo en el exterior en el uso exhaustivo de elementos arquitectónicos puntiagudos, cuya misión era aumentar, ópticamente, la sensación de altura. Por ese motivo, los arcos apuntados comenzaron a rematarse con formas triangulares superpuestas, denominadas gabletes; las torres se coronaban con grandes agujas que semejaban conos gigantes y los contrafuertes culminaban en pináculos cada vez más ornamentales.Donde mejor se aprecia este avance hacia lo ornamental es en las fachadas de las catedrales. En los primeros tiempos, se mantuvo el mismo esquema de las iglesias románicas de peregrinación, si bien aplicando los nuevos principios constructivos: un cuerpo central flanqueado por dos torres-campanario (aunque incrementando el número de portadas según el número de naves); torres coronadas con agujas; cuerpo central con un gran rosetón con función lumínica, y una galería con estatuas de los reyes que recordaba a los fieles quién apoyaba a las ciudades frente al poder de los nobles feudales. Poco a poco, la fachada comenzó a cambiar: los gabletes elevaron las dimensiones de los arcos de las portadas, los pináculos se multiplicaron, las agujas de las torres presentaron una labor de encaje cada vez más notoria y un nuevo ornamento embelleció las fachadas: la galería calada.


Fuente: J.M.Navarro