lunes, 1 de abril de 2024

ARQUITECTURA BARROCA: BERNINI Y BORROMINI


LA ARQUITECTURA BARROCA

Roma es el centro más importante del arte barroco italiano (y europeo) y los papas son los grandes mecenas del momento. 

  • La arquitectura se pone al servicio de la Iglesia Católica, que tiene como misión conducir a los fieles y persuadirles moviendo su sensibilidad hacia la auténtica fe, en clara oposición a la herejía protestante en su desafío a la autoridad romana. 
  • La arquitectura, por otro lado, se integrará en el espacio urbano de forma teatral, cuidando las perspectivas; las plazas y fuentes se convierten en espacios escenográficos, donde la escultura y el agua se convierten en elementos suntuarios al servicio de la propaganda de la fe católica. 
En cuanto a las características generales, hay que recordar que el arquitecto barroco  utiliza los mismos elementos del clasicismo renacentista, pero la sintaxis es nueva. La fantasía, el retorcimiento y dinamismo de las formas, la exuberancia ornamental, la profusión de entablamentos curvos, de entrantes y salientes, así como la preeminencia de la cúpula y la planta de cruz latina, son rasgos típicamente barrocos. El edificio se concibe con gran plasticidad, casi como un todo orgánico y flexible. A las iglesias barrocas, manifestación del poderío de la Iglesia, hay que sumar la monumentalidad de los palacios, exhibición del poder civil.

Los arquitectos italianos más importantes del momento son:

Gian Lorenzo Bernini

Es el arquitecto barroco por excelencia, además de escultor, pintor, decorador y urbanista. Va a encarnar mejor que nadie el deseo de grandeza de la Roma triunfal que recupera su supremacía espiritual y política.
Inicia su carrera con el Baldaquino de San Pedro, encargado a Bernini en 1624, representa este concepto de exaltación papal. Éste fue realizado por Bernini con su padre Pietro como primer oficial y con la colaboración de Borromini a partir de 1629, finalizándose en 1633. El baldaquino se encuentra realizado completamente en bronce sobredorado, combinando elementos escultóricos y arquitectónicos. Este baldaquino, dentro de la concepción miguelangelina de San Pedro como templum, cubre la tumba del apóstol.


Esta es una estructura a medio camino entre la arquitectura y la escultura, utilizando columnas salomónicas por primera vez desde la Antigüedad, y tratando de crear un espacio más acorde al espectador. Así sirve de intermediario entre la escala colosal de la basílica y la humana del espectador, antropizando en espacio.
El uso del orden salomónico es un tanto arbitrario, usando en las columnas un canon similar al corintio y con un dado de entablamento sobre ellos, estando unidos estos por guardamalletas imitando decoración textil. 
El conjunto se halla coronado por cuatro cornapuntas, realizadas por Pietro y Borromini, del cual apreciamos un cierto influjo. Las columnas están decoradas por pámpanos de vid, referencia a la eucaristía, en los cuales liban abejas, en alusión al escudo de los Barberini. Este escudo lo encontramos también en los relieves de los podios. 
 En la gran Plaza de San Pedro la enorme columnata elíptica (dóricas), rematada de estatuas, parece abrazar a los fieles. Crea un lugar espacioso y al propio tiempo un impulso hacia la iglesia, consiguiendo un importante efecto de movimiento y de ilusionismo espacial.
 En San Andrés del Quirinal utiliza planta ovalada con capillas alrededor y en la fachada, cóncava, coloca un pequeño pórtico, convexo, rematado con un frontón con volutas que sostiene un gran escudo central.
 La planta interior se contrapone con la exterior. La planta es original de Bernini pero se inspiró en el Panteón de Roma. Es una planta oval con capillas alrededor y un altar mayor que resalta al exterior por detrás. Pero este dinamismo de la planta se acentúa con otra elipse tangente que se inicia en la fachada pero no se acaba, se acaba imaginariamente fuera, en la calle.
La fachada parece clásica, estática, con un gran frontón triangular sobre un pórtico sobresaliente. Pero la escalinata describe una curva y saca dos columnas que soportan un entablamento de media circunferencia decorado encima con un frontón curvo partido. Con estos elementos se produce el dinamismo o movimiento arquitectónico, jugando con las líneas cóncavas y convexas. Las dos alas las construye como dos brazos que recogen al visitante y lo invitan a entrar. En el interior, el eje transversal acorta el trayecto entre la puerta y el Altar mayor, todo ello decorado profusamente. Las capillas laterales llevan un tratamiento más estático, con elementos muy clásicos. Bernini decora la Iglesia para que la atención recaiga en el Altar Mayor, con gran escenografía, como si el edificio sirviera para albergar este altar.
En la arquitectura civil Bernini realiza el Palacio Barberini de Roma.


Francesco Borromini

Sobrepasa a todos los arquitectos italianos por su invención decorativa. Si Bernini utilizó siempre los elementos de la arquitectura clásica, respetando las proporciones y las reglas generales de la composición, Borromini va a romper con todas las reglas, a inventar nuevos elementos, y a concebir la arquitectura casi en términos de escultura, haciendo ondular los entablamentos y cornisas, inventando formas nuevas para los capiteles y utilizando bóvedas que parecen nervadas y arcos mixtilíneos. 
Consigue en el muro efectos pictóricos al dirigirse luz a superficies curvadas y quebradas. 

Su obra más representativa es, sin duda, San Carlo alle Quatro Fontane (1634-1641)
El convento es lo primero en ser construido, realizándose entre 1634 y 1637. Los materiales usados son pobres, como el ladrillo estucado y pintado, materiales en los que Borromini se encuentra muy cómodo.Las ventanas se encuentran distribuidos mediante mesenas que reticulan el muro. En esta fachada se muestra su sentido anticlásico al no utilizarse columnas, pilastras ni órdenes.
Esta obra es encargo de la orden de los Trinitarios Descalzos de San Juan de Mata, orden española dedicada a la redención de cautivos, la cual habían adquirido un pequeño solar en la colina del Quirinal romano donde han de erigirse la residencia, el templo, la portería y el jardín. La obra es financiada por un amigo de Borromini, el marqués de Castel Rodrigo.

Borromini parte de un espacio angosto, un cruce de calles. Había cuatro fuentes en el solar y una de ellas debía respetarla, dejando un chaflán en una esquina para albergarla. La planta es nueva, elíptica, y no tiene precedentes y se crea en función del solar: un patio rectangular con los ángulos en chaflán. A partir de este espacio, crea una planta muy dinámica, quiere un edificio que se mueva y que rompa con la tradición clásica. Es una Iglesia pequeña pero monumental. En el interior utiliza medias columnas y en los intercolumnios orada el muro para crear líneas convexas contrapuestas. El muro cambia así cada dos por tres de forma muy dinámica. La cúpula se adapta a la planta y es en forma de elipse muy decorada en su interior. Hace curvo también el arquitrabe. De la fachada, él hizo el cuerpo inferior y el superior lo hizo su sobrino, pero siguiendo sus proyectos. Va en contra de todas las fachadas que se conocían hasta entonces: es ondulada y alabeada, con dos curvas cóncavas y una convexa en el centro para romper así los planos, al igual que en el interior. Con este efecto consigue que la luz provoque en la fachada matices distintos. La puerta es convexa y encima pone una media cúpula. En los laterales pone nichos cóncavos para acentuar el rompimiento de líneas.
La puerta se halla guarnecida por pilastras cajeadas dispuestas al bies, perpendiculares al muro, coronadas por un frontón curvado. Esto se encuentra basado en experiencias propias realizadas en San Pedro del Vaticano y el palacio Barberini. También las formas escultóricas se encuentran sometidas a las formas arquitectónicas, como el querubín cuyas seis alas se adaptan a servir de base.
El claustro es oblongo, usando esquinas achaflanadas convexas. Las columnas se encuentran pareadas alternando tramos largos con cortos y arcos con entablamentos, generando una variedad visual y un ritmo que evita la sensación de agobio creada por la estrechez del patio y la escasa iluminación. El ritmo se hace más diáfano en el piso superior adintelado y con una balaustrada. Aquí vemos el uso de una tipología de origen lombardo.
La iglesia es su siguiente trabajo tras el convento y el claustro, realizándose entre 1638 y 1641. Esta es la segunda iglesia barroca de planta centralizada tras San Martino e Luca, siendo sus plantas bastante similares y constituyendo San Carlo casi una variación oblonga, adaptada a la reducida superficie. Esta se trata de un rombo equilátero, figura sobre la que se genera todo el espacio del templo, y sobre esta figura se generan una serie de espacios que no son rectilíneos sino curvos. En ella se plantea un modelo geométrico modular frente al modular aritmético de los ordenes clásicos, recurriendo Borromini a figuras a partir de las cuales se generan espacios. Este sistema se encuentra inspirado en la tradición de los canteros medievales, asimilada por Borromini a través de su formación en los talleres milaneses y quizá de aquí derive el juicio peyorativo de los adeptos al clasicismo. El muro se articula por medio de columnas, usando ritmos de diferente intercolumnado. Todos los pies derechos tienen continuidad en las cubiertas. De mano también de Borromini vemos el uso de casetonamientos procedentes de la antigüedad, usando criterios de perspectiva ilusionista para crear una sensación de bóveda de cañón más profunda, decreciendo su tamaño hacia su vértice. Los casetones de la cúpula repiten cruces griegas, emblema de la orden de los Trinitarios, y octógonos, que también reducen su tamaño hacia su cenit, pareciendo la cúpula más alta para el espectador. Otro factor que contribuye a esta sensación es la luz procedente de unos tragaluces situados en el tambor de la cúpula, ocultos a la vista por una crestería o angrelado formado por pomos y hojas de acanto, privativas estas de la corona de marqués.


Su obra más culminante, la Iglesia de San Ivo alla Sapienza. La realiza entre 1643 y 1648. De nuevo partía con muchos condicionantes, pero debía esmerarse porque éste era el único encargo que recibía del Papa. El templo simboliza el homenaje que la Iglesia Católica rinde a la sabiduría. Todo el espacio alrededor estaba edificado, debiendo construir la Iglesia entre dos alas. Así resulta una planta interior hexagonal (dos triángulos equiláteros que, al cruzarse, crean un hexágono), aunque por el exterior y antes del arranque de la cúpula, aparece la estrella original de seis puntas, aunque los ángulos son redondeados y romos. La fachada da a un patio interior y es curva, como si quisiera unir en prolongación las dos fachadas que tiene en los lados. Las ventanas de esta fachada son distintas, de medio punto, porque las ventanas de las alas laterales son de medio punto. La combinación de la fachada con la cúpula le da al edificio un sentido elástico, porque la fachada es cóncava y la cúpula es convexa. A la cúpula le da un sentido ascensional porque le pone una linterna alta y una moldura ascensional en forma de hélice cónica, que denota la inagotable inventiva del artista. Por otro lado, la fachada no es tan dinámica como las anteriores, es más quieta, más sólida porque debía guardar armonía con el entorno. Aún así, el contrapunto que se produce entre fachada y cúpula es el toque maestro.

Otras obras:  La iglesia de Santa Inés en Piazza Navona
crea una obra propia al curvar el cuerpo central de la fachada (cóncava), rimando, así, en una armonía, todavía atemperada, con la gran cúpula. La obra se adapta perfectamente al marco urbano.


En la presentación, las principales obras de Bernini, Borromini y el Palacio de Versalles:


 

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